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December 20, 2024

En su bautismo, Jesús es ungido por el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, para dar vida en abundancia a todas las personas en medio del caos y la muerte. En sus tentaciones, Jesús renuncia a los poderes económicos, religiosos y políticos, y al asumir una vida de servicio, justicia y misericordia, los vence y conquista. 

Epifanía y tiempo ordinario: del domingo 7 al 13 de enero

El bautismo de Jesús: poder para crear vida plena, Mateo 3:13-17 

 

13 Un día Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. 14 Pero Juan trató de disuadirlo.

—Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó.

15 —Dejémoslo así por ahora, pues nos conviene cumplir con lo que es justo —le contestó Jesús.

Entonces Juan consintió.

16 Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. 17 Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.» 

 

Juan el Bautista, como precursor del Mesías, llama a las multitudes al arrepentimiento: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca.» (Mt. 3:2). Cuando Jesús viene a él para ser bautizado, Juan se resiste. Reconoce que necesita ser bautizado por Jesús. Sabe que Él es el Mesías prometido. 

Jesús lo convence, pues ambos, Juan y él deben hacer lo que es recto ante Dios. Al ser bautizado por Juan, sucede algo extraordinario: el Espíritu Santo desciende sobre Jesús de manera visible, como una paloma, y se posa sobre él, ¿qué significa este hecho?

Hemos de recordar que desde el principio de la narrativa bíblica, en Gen. 1:1-2, el Espíritu Santo ya estaba presente en la creación:  

 

Dios, en el principio,

creó los cielos y la tierra.

2 La tierra era un caos total,

las tinieblas cubrían el abismo,

y el Espíritu de Dios iba y venía

sobre la superficie de las aguas. 

 

El Espíritu Santo, ya desde la creación, se encontraba activo poniendo orden y creando la vida en medio del caos. Es el Espíritu, Señor y dador de vida, que se hace presente desde los orígenes del universo para crear un mundo de orden, belleza y armonía, de shalom

 

El texto bíblico dice que el Espíritu “empollaba”, otras traducciones del verbo hebreo son: “cernerse, revolar, aletear” (Schökel), es decir, cubrir algo para darle vida:

 

como un águila que agita el nido

y revolotea sobre sus polluelos,

que despliega su plumaje

y los lleva sobre sus alas. (Dt 32:11).    

 

Sin lugar a dudas, la profecía de Isaías 11:1-2 se cumple y materializa en el momento del bautismo de Jesús:

 

Del tronco de Isaí brotará un retoño;

un vástago nacerá de sus raíces.

El Espíritu del Señor reposará sobre él:

espíritu de sabiduría y de entendimiento,

espíritu de consejo y de poder,

espíritu de conocimiento y de temor del Señor. 

 

En el contexto de la desolación y la muerte causadas por el juicio de Dios (Isaías 10:33-34), ha de surgir la vida. Un retoño o vástago brotará del tronco de Isaí (cuando todo el inmenso bosque del Líbano ha sido talado). En medio de una realidad de total desolación, yerma y vacía, surge la vida. Eso es lo que significa la unción de Jesús con el Espíritu, como lo indica Isaías a continuación; el Espíritu reposa sobre Jesús y eso significa que lo llena de las virtudes necesarias, lo unge, lo capacita para el servicio que ha de desempeñar a favor de los marginados: 

 

espíritu de sabiduría y de entendimiento,

espíritu de consejo y de poder,

espíritu de conocimiento y de temor del Señor. 

 

Como consideramos en el primer domingo de Adviento, sobre el retoño posará el Espíritu del Señor en toda su plenitud (la cuádruple repetición de «Espíritu de... » apunta a ello). El rey ungido por el Espíritu de vida tendrá, gracias a ello, las cualidades (v.2) para gobernar de acuerdo al deseo de Dios: sabiduría y destreza en las acciones, prudencia en el gobierno y valor militar, y el (re)conocimiento profundo de Dios, así como un humilde respeto y piedad ante Él, que hacen posible el establecimiento de un reino de justicia para todos, en particular para "los pobres de la tierra", que han vivido sistemáticamente privados de ella (Schökel). 

Dios Padre muestra su beneplácito y declara: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.» (Is. 42:1; 62:4; Jer. 31:20). Se cumple la profecía y Jesús está ahora listo para iniciar su servicio de amor y justicia a favor de la humanidad. 

El bautismo de Jesús es también un adelanto e indicativo de nuestro propio bautismo con el Espíritu. El Espíritu hace posible que en nuestra vida surja el fruto del Espíritu (Ga. 5:22-24) y que seamos como Jesús en este mundo. El Espíritu hace posible que cada día crezcamos para ser como Jesús y nos vistamos como una nueva humanidad (Ef. 4:15, 23-24), creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.  

Es por la obra paciente y continua del Espíritu que “todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.” (2 Co. 3:18).

En tiempos de caos, desolación y muerte debemos recordar que el Espíritu es el dador de vida y que, con su poder y presencia constante, nosotros podemos ser usados para manifestar la vida de Dios en nuestra sociedad.    

 

Segundo domingo del tiempo ordinario: del 14 al 20 de enero

Las tentaciones de Jesús: victoria sobre los poderes malignos de este mundo, Mateo 4:1-4 

 

El poder económico 

 

1 Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación. 2 Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.  

 

Es el Espíritu quien lleva a Jesús al desierto con el próposito de ser puesto a prueba, tentado. Es su primera obra en la vida y servicio de Jesús. Tiene que enfrentar los poderes que asedian y cautivan a la humanidad desde el principio de la historia: Jesús enfrenta la tentación del poder económico (pan), el religioso (templo) y el político (montaña alta), (Donald B. Kraybill, El Reino al reves). 

Los “cuarenta días” son un recordatorio de los cuarenta días y noches que duró el diluvio, los cuarenta años que Israel pasó en el desierto, los cuarenta días y cuarenta noches que Moisés pasó en el monte Sinaí, y los cuarenta días durante los cuales Goliat desafió a los israelitas. Un tiempo de prueba, de múltiples tentaciones y de opresión. Tiempos en los que el desierto fue la realidad cotidiana, con su vacío, necesidad, y muerte. Jesús está ahora en el desierto, ayuna y experimenta una profunda hambre. Ya conocía, como parte de una familia pobre, lo que era el hambre de pan, la escasez del sustento diario. Ahora, en el desierto, esa experiencia se intensifica.  

 

3 El tentador se le acercó y le propuso:

—Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.

4 Jesús le respondió:

—Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” 

 

Jesús vivía en una sociedad marcada por la desigualdad. El diez por ciento de la población era sumamente rica y el otro noventa por ciento vivía en la extrema pobreza. Jesús es tentado a usar su poder como hijo de Dios para satisfacer la necesidad de pan (símbolo del sustento diario), la necesidad propia y la de los demás.  

Jesús rechaza el uso del poder divino para llenar su necesidad; él prefiere depender de la bondad de Dios, que suplirá lo que necesita. Lo que era fundamental para Jesús y sus discípulos era ser guiados y formados por “toda palabra que sale de la boca de Dios.”, lo cual implica dejar que la Palabra de Dios forme nuestros valores y nuestra orientación hacia las riquezas, y no sucumbir al poder religioso para enriquecerse, ni usarlo para beneficio personal.  

Más adelante, Jesús va a enseñar a sus discípulos de manera breve pero contundente cómo pueden y deben vencer semejante tentación. Lo hace en el sermón del monte, y lo podemos resumir así: la manera de vencer desde su raíz la tentación satánica del dios de las riquezas es evitando orientar nuestra vida hacia la acumulación de riquezas; practicar la solidaridad y generosidad hacia los más pobres y confiar en que Dios suplirá nuestras necesidades al dirigir nuestra vida al servicio de nuestros semejantes en su Reino. Así lo enseñó a sus discípulos: 

 

Vida orientada a la acumulación de riquezas

19 No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. 20 Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. 21 Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. (Mt.6:19-21). 

 

Solidaridad y generosidad hacia los pobres

22 »El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz. 23 Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad! (Mt.6:22-23). 

 

La NBE interpreta las metáforas del ojo (visión) bueno como “esplendidez" y el ojo o visión nublada como “tacaño.” Y, explica al pie de página: “Esplendidez” y “generosidad” son expresadas en términos de luz (Sal. 112:3-5 e Isaías 58:7-8). “Tacaño” en las lenguas semíticas se expresaba como “ojo malvado” (Mt. 20:15). 

La esplendidez da el valor a la persona. Si eres desprendido, toda tu persona vale; en cambio, si eres tacaño, toda tu persona es miserable. Y si por valer tienes sólo miseria, ¡qué miseria tan grande!  

 

Confianza plena en la provisión de Dios

24 »Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.

25 »Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?

28 »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; 29 sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? 31 Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” 32 Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. 33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. 34 Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas. (Mt.6:24-34). 

 

De esta manera, Jesús enfrenta la tentación y nos recuerda que es la “Palabra que sale de la boca de Dios” la que ha de formar y corregir nuestra orientación fundamental en la vida con respecto a las posesiones materiales y el dinero.  

 

Tercer domingo del tiempo ordinario: del 21 al 27 de enero

Las tentaciones de Jesús: victoria sobre los poderes malignos de este mundo, Mateo 4:5-7 

 

El poder religioso   

 

5 Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo:

6 —Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: 

 

“Ordenará que sus ángeles

te sostengan en sus manos,

para que no tropieces con piedra alguna.” 

 

7 —También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” —le contestó Jesús. 

 

Esta tentación incita a Jesús a utilizar a Dios, su protección y cuidado para beneficio propio. Es la tentación propia de una actitud mágica y supersticiosa, tan común en nuestro mundo.  

Además, era una forma de dar una clara señal a la institución religiosa judía de que él era el Mesías, una certificación de Dios a favor de Jesús ante los líderes religiosos. ¡Era el arribo milagroso del Mesías! ¿Qué mejor forma de hacerlo que mostrando su poder divino ante el establecimiento judío, ante la élite gobernante de la nación? Un milagro de esa naturaleza convencería a propios y extraños de que Jesús era el Mesías, sin necesidad de un largo ministerio ni del enfrentamiento con el liderazgo religioso judío que finalmente llevaría a Jesús a morir en la cruz.   

Jesús dice claramente: “No pongas a prueba al Señor tu Dios.” De esa manera, renuncia  a esta tentación no solo en el desierto, sino también repetidas veces durante su servicio público. Los mismo líderes religiosos le demandaron a Jesús señales para demostrar que había sido enviado por Dios (como si no les hubiera dado abundantes evidencias con sus milagros y señales). La misma tentación se reiteró una y otra vez durante su servicio público: 

 

Algunos de los fariseos y de los maestros de la ley le dijeron:

—Maestro, queremos ver alguna señal milagrosa de parte tuya. (Mt. 12:38). 

 

Los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús y, para ponerlo a prueba, le pidieron que les mostrara una señal del cielo. (Mt. 16:1). 

 

23 Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo.

—¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad? (Mt. 21:23). 

 

El día de su arresto, uno de sus seguidores intenta evitar el arresto usando la espada. Jesús, nuevamente, resiste la tentación de la violencia y le indica a su discípulo (Pedro) que no va a usar su poder para salvarse: 

 

Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. 51 En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.

52 —Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren. 53 ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles? 54 Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder? 

 

Y luego, en la cruz, varias voces lo tentaron para que usara su poder para salvarse, pero Jesús permaneció callado. En estas últimas tentaciones se distinguen los ecos de la tentación en el desierto. 

 

39 Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:

40 —Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!

41 De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.

42 —Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él. 43 Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?

44 Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él. 

 

Por el contrario, los evangelios muestran a Jesús actuando de manera opuesta. Su servicio de sanidad y transformación de las personas fue realizado en silencio, con humildad y sin ostentación. Mateo cita la profecía de Isaías que resume el carácter casi secreto de sus milagros y servicio. Jesús no llama la atención hacia sí mismo ni hace publicidad de sus obras milagrosas. Discreta y eficazmente atiende a los más necesitados y desesperanzados: 

 

18 «Éste es mi siervo, a quien he escogido,

mi amado, en quien estoy muy complacido;

sobre él pondré mi Espíritu,

y proclamará justicia a las naciones.

19 No disputará ni gritará;

nadie oirá su voz en las calles.

20 No acabará de romper la caña quebrada

ni apagará la mecha que apenas arde,

hasta que haga triunfar la justicia.

21 Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.» 

(Isa. 42:1-4 en Mt. 12:18-21). 

 

El espectáculo religioso como forma de persuasión, así como el uso de milagros y señales para convencer y explotar a la gente, siguen siendo usados hoy día por muchos líderes religiosos. Ojalá evitemos dicha tentación y sigamos los pasos de Jesús, el siervo humilde. 

 

Cuarto domingo del tiempo ordinario: del 28 de enero al 3 de febrero 

Las tentaciones de Jesús: victoria sobre los poderes malignos de este mundo, Mateo 4:8-11 

 

El poder político 

 

8 De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor.

9 —Todo esto te daré si te postras y me adoras.

10 —¡Vete, Satanás! —le dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él.”

11 Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron a servirle. 

 

La tercera tentación es, sin duda, muy fuerte. Jesús fue enviado a reinar, a establecer el reino de Dios en la tierra. La “montaña muy alta” es, en sí, símbolo de dominio y señorío. El diablo le muestra todos los reinos del mundo y le promete dárselos si le adora postrado. 

Tener el poder en el momento en que inicia su reino era tentador. ¿Para qué sufrir y arriesgarse a la incredulidad de la gente, a la oposición de los líderes religiosos y de Roma, y finalmente a la cruz? “Todo el poder y dominio pueden ser tuyos ahora”, incita el diablo. 

Además, los caminos hacia el poder total que los reinos de este mundo conocen y practican están fundamentados en la violencia, el derramamiento de sangre, la ocupación de tierras y los genocidios. Esa había sido la historia de los grandes imperios con los que se relacionó Israel (Egipto, Babilonia, Persia, Grecia, Siria y Roma). Israel mismo había seguido ese camino de violencia. La historia de sus reyes, incluyendo la de David, es una historia de hombres sanguinarios y violentos, de exterminio y muerte.  ¿Por qué no obtener el poder de esa manera? Había mucha gente en Israel que estaba dispuesta a pelear y liberarse del yugo romano. Tenían antecedentes recientes en los macabeos. 

Jesús sabe que su camino es diferente. El reino al revés (Kraybill) que trae al mundo es el del “siervo sufriente” de Isaías. El día de su bautismo, Dios mismo se lo recuerda al repetir las palabras de Isaías 42:1-4:  

 

1 »Éste es mi siervo, a quien sostengo,

mi escogido, en quien me deleito;

sobre él he puesto mi Espíritu,

y llevará justicia a las naciones.

2 No clamará, ni gritará,

ni alzará su voz por las calles.

3 No acabará de romper la caña quebrada,

ni apagará la mecha que apenas arde.

Con fidelidad hará justicia;

4 no vacilará ni se desanimará

hasta implantar la justicia en la tierra.

Las costas lejanas esperan su enseñanza.» 

 

En medio de su ministerio y del rechazo que sufrió por parte de Israel, Jesús declara: 

 

27 »Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. (Mt.11:27). 

 

Ya durante su ministerio, Jesús reconoce que su Padre le ha entregado poder sobre todas las cosas. Y, después de su muerte y resurrección, al enviar a sus discípulos a su misión por el mundo, reitera esa realidad. Ha recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra, no del diablo, sino de su Padre. 

 

—Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mt.28:18-20). 

 

Jesús es el siervo humilde y sufriente de Isaías 53, que ha de dar su vida por su pueblo, reunido de entre todas las naciones. El camino hacia la gloria y el señorío de Jesús y de sus discípulos debía pasar por la cruz (Fil. 2:5-11). Ese debe ser nuestro sentir, nuestra convicción, nuestra actitud: 

 

5 La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús,

6 quien, siendo por naturaleza Dios,

no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.

7 Por el contrario, se rebajó voluntariamente,

tomando la naturaleza de siervo

y haciéndose semejante a los seres humanos.

8 Y al manifestarse como hombre,

se humilló a sí mismo

y se hizo obediente hasta la muerte,

¡y muerte de cruz!

9 Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo

y le otorgó el nombre

que está sobre todo nombre,

10 para que ante el nombre de Jesús

se doble toda rodilla

en el cielo y en la tierra

y debajo de la tierra,

11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,

para gloria de Dios Padre. 

 

Como Jesús, nostros también debemos orientar nuestra vida al único que es digno de adoración: Dios, el padre de Jesús: 

 

—¡Vete, Satanás! —le dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él.”(Mt.4:10).