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May 22, 2012
Para muchas congregaciones, la adoración es el principal acontecimiento de la semana. Aunque los cristianos adoran de manera individual y con frecuencia lo hacen fuera del santuario, el servicio semanal de adoración es el momento en que, más que en cualquier otro tiempo, la congregación se reúne y expresa su identidad. Así que cuando una congregación está experimentando una situación difícil, los síntomas de dicha situación están destinados a aparecer en la adoración. Los líderes de la congregación deben discernir con cuidado cuál es la mejor manera de llevar a cabo la adoración durante este tiempo. Por último, la adoración puede ser el elemento en la vida congregacional con mayor potencial para ayudar a la congregación durante el proceso de sanidad.

Una iglesia está lidiando con un conflicto muy grave entre el pastor y los ancianos. Otra está luchando para mantener unidos grupos que se han polarizado a causa de algunos cambios en la adoración. Una tercera se está tambaleando por la suspensión repentina de su pastor. Una cuarta está de luto por la muerte trágica de un niño. Una quinta está enfrentando la pérdida de una gran parte de sus miembros; y otra está tratando de adaptarse a la incorporación de una pequeña congregación que se le ha unido.

Estas son solo unas cuantas de las dificultades por las que pueden pasar las congregaciones, son circunstancias que afectan todo en la vida de una congregación, en especial su vida de adoración. Este tipo de situaciones llevan a hacerse preguntas como estas:

  • ¿Cómo adoran las congregaciones que están pasando por tiempos de crisis, transición o conflicto?
  • ¿Cómo pueden las congregaciones planear la adoración de manera inteligente y significativa mientras están pasando por un tiempo difícil?
  • ¿Cómo puede la adoración ayudar a una congregación a pasar por un proceso de sanidad después de un tiempo difícil?

Para muchas congregaciones, la adoración es el principal acontecimiento de la semana. Aunque los cristianos adoran de manera individual y con frecuencia lo hacen fuera del santuario, el servicio semanal de adoración es el momento en que, más que en cualquier otro tiempo, la congregación se reúne y expresa su identidad. Así que cuando una congregación está experimentando una situación difícil, los síntomas de dicha situación están destinados a aparecer en la adoración. Los líderes de la congregación deben discernir con cuidado cuál es la mejor manera de llevar a cabo la adoración durante este tiempo. Por último, la adoración puede ser el elemento en la vida congregacional con mayor potencial para ayudar a la congregación durante el proceso de sanidad.

Tiempos difíciles: Crisis, transición, conflicto

Los servicios de adoración se pueden convertir en una isla tranquila en medio de una tormenta de conflictos o en una fuerza orientadora a través de un periodo turbulento sin embargo cada situación es diferente y por tanto requerirá de diferentes planteamientos para la adoración. Cada una de las situaciones de crisis, transición o conflicto produce varios tipos de problemas con los que se tiene que lidiar.

Crisis

Una crisis es un cambio repentino que crea una gran cantidad de tensión y agitación para aquellos a los que afecta. Los ejemplos de una crisis congregacional pueden ser la muerte repentina de uno de los líderes o de un miembro de la iglesia, la renuncia inesperada de un pastor o de uno de los empleados de la iglesia, un desastre natural que dañe las instalaciones de la iglesia o un desastre regional o nacional. En una crisis, los anuncios o métodos de comunicación son de suma importancia. En estas situaciones, los líderes necesitan hacerse preguntas como las que encontramos a continuación:

  • ¿Qué le diremos el domingo por la mañana a la gente, y quién se lo dirá?
  • ¿Cómo les daremos la noticia y después de hacerlo continuar con el servicio de adoración?
  • ¿Quién dirigirá nuestro servicio y predicará el sermón (si la crisis tiene que ver con la ausencia del pastor)?
  • ¿Debemos olvidarnos por completo de la liturgia que teníamos planeada y empezar de nuevo?
  • ¿Qué cantos entonaremos en lugar de los que ya habíamos escogido?
  • ¿Quién tomará estas decisiones?

En una crisis se requiere que se haga una planeación inteligente y se tomen decisiones sin que haya mucho tiempo para procesarlas. Se necesita de la sabiduría de los líderes de la iglesia, sabiduría que se puede desarrollar al establecer buenos patrones mucho antes de que ocurra cualquier crisis.

Aunque la crisis es un cambio repentino, con frecuencia a ésta le sigue un largo periodo de aflicción, por una persona, un grupo, un edificio o hasta por la identidad de la congregación. La situación entonces nos conduce a un tiempo de transición, o en algunos casos, a un tiempo de conflicto. Estos problemas que son causados por una crisis de ninguna manera se acaban al momento que se acaba la crisis. Las respuestas inteligentes de los líderes tendrán resultados de largo plazo para la salud y bienestar de la congregación.

Transición

Una transición es el proceso en el que se cambia de una forma, estado, actividad o lugar a otro distinto. A diferencia de la situación de crisis, las transiciones dan más tiempo para una planeación cuidadosa. Las transiciones más comunes para las congregaciones son los cambios que se realizan en el liderazgo pastoral o en el liderazgo del personal de la iglesia. Otros ejemplos de transiciones incluyen la ampliación de las instalaciones y la reubicación, el desarrollo de una nueva visión o de programas nuevos, la fusión de dos o más congregaciones, y la incorporación de una congregación dentro de otra.

Así como ocurre en los tiempos de crisis, los líderes necesitan hacerse preguntas importantes. Por ejemplo, en el caso de la incorporación de una iglesia a la suya, los líderes de la iglesia tendrán que hacerse preguntas como las siguientes:

  • ·         ¿Cómo recibiremos públicamente a estas personas en nuestra familia?
  • ·         ¿Cómo reconoceremos que ahora que estamos todos juntos nos hemos convertido en una nueva comunidad de adoración?
  • ·         ¿Cómo reconoceremos el dolor que algunos sienten al haber perdido su identidad (y hasta sus instalaciones y muchas de sus costumbres y formas de hacer las cosas)?
  • ·         ¿Cómo podemos expresar la transición por medio de ritos y ceremonias?

Conflicto

Un conflicto es una controversia prolongada o una discrepancia entre fuerzas opuestas. Los conflictos en la iglesia pueden surgir a causa de diferentes problemas, desde el tipo de adoración hasta el tipo de liderazgo o del estilo en la decoración interior. Pueden surgir de una crisis que no se ha resuelto o que se ha manejado mal. Pueden comenzar con una fuerte discrepancia o con una pequeña disputa que crece hasta convertirse en una acalorada discusión. Los líderes tienen que ser muy cuidadoso al pensar si sus acciones avivarán o apagarán las brazas del conflicto.  

Los conflictos con frecuencia son una evidencia de discrepancias más profundas o de heridas en la congregación. A veces se ha necesitado la sanidad por mucho tiempo pero nadie ha favorecido ese proceso. Los líderes necesitan sabiduría para discernir cuál es la mejor manera de reconocer que hay un conflicto y trabajar en su solución. Ellos tendrán que hacerse  las siguientes preguntas:

  • ·         ¿Debemos “mencionar” el conflicto durante la adoración?
  • ·         ¿Debemos expresarnos unos a otros palabras de confesión?
  • ·         ¿Podemos hacer esto sin convertir a las personas en hipócritas al tratar de forzarlos al arrepentimiento?
  • ·         ¿Cómo (y con qué frecuencia) debemos tratar temas sobre la unidad y reconciliación?
  • ·         ¿Debemos hacer que participen miembros que están en “lados” diferentes del conflicto?
  • ·         ¿Cómo podemos hacer que por medio de la adoración y las Escrituras crezca la esperanza en la congregación, sabiendo que nuestro Señor nos llevará en sus brazos a través de este tiempo difícil?      

Las congregaciones tienen que reconocer que las cosas no siempre van bien y que los tiempos difíciles son comunes en la vida de la congregación.

Cómo planear la adoración en tiempos difíciles

Los servicios de adoración pueden ayudarle a la congregación cuando pasa por un tiempo difícil recordándole a los miembros los temas más importantes en las Escrituras y las promesas que Dios ha hecho. En la adoración, las congregaciones se reúnen como el pueblo escogido de Dios, recordando quienes son por medio del bautizo y volviéndose a encontrar ellos mismos en la narrativa del evangelio. Durante los tiempos difíciles, la planeación cuidadosa de la adoración se vuelve más importante que nunca. Los servicios se deben diseñar con mucho cuidado, estando muy consientes de la difícil situación y de todas las opiniones y preguntas que andan rondando por allí.  

Los líderes de la iglesia que están lidiando con el conflicto, la crisis o la situación de transición deben estar en constante comunicación con los que están a cargo de planear el servicio. Ellos no deben suponer inocentemente que pueden hacerse cargo de los problemas “tras bambalinas” para que la situación no afecte los servicios de adoración. Los afectará, de una u otra manera. Lo importante es manejar ese efecto y dirigir el proceso con buen juicio.

A una congregación le puede ayudar que se haga del conocimiento público el tiempo difícil por el que pasa pero esto requiere que los líderes lo hagan con sensibilidad y lo planeen de manera inteligente. Tienen que asegurarse de proteger la dignidad y el propósito de la adoración, así como ser sensibles a la presencia de las visitas en el servicio de adoración. Una pareja que estaba buscando iglesia visitó una iglesia exactamente el día en que se anunció la suspensión del pastor. Ellos siguieron asistiendo para ver cómo manejaba esa iglesia la crisis, y hasta ahora, llevan diez años siendo miembros de esa iglesia.  

Los líderes de la iglesia pueden darse cuenta que el solo hecho de mencionar la dificultad que está enfrentando la congregación les ayudará muchísimo a reducir la ansiedad que están sintiendo los miembros de la congregación. En lugar de evitar lo obvio, los líderes le pueden ayudar a la congregación a reconocer que las cosas no están como debieran. Esto le permitirá a la congregación admitir su fracaso y dar pasos hacia adelante para alcanzar la sanidad. En medio de la presión que sienten de ser la mejor iglesia, atraer a la mayor cantidad de gente y tener el servicio de adoración más inspirador, las congregaciones necesitan reconocer que las cosas no siempre van bien, y que los tiempos difíciles son comunes en la vida de la iglesia. Esta actitud, cuando sean los líderes de la iglesia los que la sigan, puede ayudar a los miembros de la iglesia a pasar por esta dificultad. De hecho, la congregación puede darse cuenta que durante los tiempos difíciles es cuando puede experimentar un gran crecimiento espiritual.   

Los líderes pueden favorecer ese crecimiento por medio de una colaboración cuidadosa con los que planean la adoración. Las congregaciones que están experimentando diferentes retos se caracterizan con frecuencia por tener una variedad de emociones intensas, incluyendo un aumento en la ansiedad y un descenso concurrente en la energía creativa que se necesita para planear e implementar la adoración de toda la iglesia. A veces la crisis o el conflicto da como resultado una pérdida en el liderazgo, que puede ser el pastor u otra de las personas principales que planean la adoración o cualquier otro líder. Las congregaciones en estas situaciones necesitan dirección para saber qué preguntas hacer y qué asuntos deben considerar con respecto a la adoración. (Véase P y R, p. 30, para ejemplos de dichas preguntas.)

Cómo entender las dinámicas en la congregación

Durante los tiempos difíciles los líderes necesitan poner mucha atención a las dinámicas congregacionales. Por una parte, una congregación es un sistema emocional complejo y los cambios en una parte de la congregación también afectan al resto del sistema.

Las situaciones difíciles producen tensión en la congregación, y la tensión sale a la luz de diferentes maneras. Los líderes de la iglesia deben aprender a anticipar y reconocer esos síntomas de tensión y comprender que las personas reaccionan de diferente manera cada una. Algunos pueden apartarse, debido a que no pueden enfrentar el dolor que les causa el problema. Otros pueden reaccionar de manera exagerada y tratar de resolver el problema de manera inmediata. Y otros pueden quejarse de asuntos que aparentemente no tienen relación como un intento inconsciente de evitar el problema y desviar la atención de los líderes.   

Las congregaciones que están pasando por problemas se darán cuenta que sus miembros están afligidos. Las personas afligidas tienden a resistirse al cambio porque el cambio siempre implica algún tipo de pérdida. Por lo tanto, más que nunca pueden tratar de aferrarse a lo que les es familiar. Por ejemplo, si se introduce un canto nuevo en cualquier otro momento puede que no cause un mayor problema pero hacerlo en medio de las dificultades podría ser bastante arriesgado. Los líderes deben estar preparados para enfrentar el resentimiento y hasta la hostilidad que podrían venir de los feligreses frustrados. Necesitan recordarse a sí mismos que deben permanecer calmados lo más que puedan, absorbiendo parte de la ansiedad del sistema y de ese modo le proporcionarán algo de inmunidad al cuerpo de la congregación.  

Con frecuencia los síntomas alarmantes de un tiempo difícil se enfocarán en la adoración, la mayor actividad colectiva de la iglesia. La adoración se puede convertir en el pararrayos de la congregación ya que en ella participa junta la mayor parte de la congregación y debido a que el culto está muy ligado a la fe de la gente. Aún más, el término “guerras de adoración” se ha vuelto tan común que los miembros de la iglesia casi están seguros que ocurrirá. Podría convertirse en la cortina de humo que eclipsa los problemas de fondo de la congregación. Así que lo más importante en tiempos difíciles es poner especial atención a la adoración.   

Cómo adorar como el cuerpo de Cristo

Una cuidadosa consideración de este hecho, debe incluir un conocimiento básico de lo que está llamada la iglesia a ser y de cómo está llamada a adorar. Estos son asuntos básicos para todas las congregaciones en todo tiempo, sin importar cuál sea su situación pero son especialmente importantes cuando están pasando por tiempos difíciles.

Una buena manera de pensar en lo que es la iglesia cuando enfrenta situaciones de prueba es reflexionar en las metáforas de las Escrituras sobre la iglesia. Una que se cita con frecuencia tanto con respecto a lo que es, así como para enseñar acerca de los sistemas emocionales de la misma, es que ésta es como un cuerpo humano. El cuerpo está formado por células, tejidos y órganos y todos contribuyen al sustento de la vida del cuerpo. Tiene muchas partes diferentes y todas son necesarias y juntas conforman algo que es mucho mejor que la totalidad. En 1Corintios 12 Pablo señala la importancia de todas las partes del cuerpo y su singular contribución. El énfasis de este pasaje está en los dones espirituales de los miembros de la iglesia, algunos son más obvios que otros sin embargo todos son necesarios e importantes.    

Otra metáfora tanto para los dones de la iglesia como para su red de relaciones es la horticultural. En Juan 15 Jesús dice, “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.” La imagen de llevar mucho fruto también aparece en Mateo 7 (“Por sus frutos los conocerán”) y en Gálatas 5 con la lista del “fruto del Espíritu.”

Las dos metáforas quedan bien porque la iglesia es el cuerpo de Cristo, un organismo vivo. Estas imágenes son útiles para comprender lo que ocurre cuando una congregación está pasando por un tiempo difícil. Cuando una persona tiene un dolor de muela le duele todo su cuerpo. Si la persona pierde la vista o el oído, la actividad que realiza todo su cuerpo se afecta. Cuando se corta una rama o es afectada por una helada la planta reaccionará trabajando más para sanar las partes afectadas. O puede que se deshaga de ellas.

Se pueden encontrar casi las mismas reacciones en el cuerpo vivo que es la iglesia. La adoración puede ser el invernadero o vivero en el que a las plantas que están sufriendo se les puede restablecer la salud. Los rituales de la liturgia podrían ser “las hojas del árbol que traen salud a las naciones” (Apocalipsis 22:2). En la adoración una vez más aprendemos a apoyarnos en la vid verdadera, tanto por escuchar la Palabra de Dios como reconstruyendo sus historias en la adoración. En la adoración recordamos quienes somos como una comunidad de personas bautizadas y celebramos nuestra redención en la santa cena. En la adoración recibimos los nutrientes que alimentarán nuestras almas y nos darán vida. Y recordamos la fidelidad de Dios cuando tratamos de dar el fruto del Espíritu. Así como las plantas meten oxígeno y sacan bióxido de carbono en el proceso de la fotosíntesis, así en la adoración estamos en un diálogo, en una relación recíproca entre las criaturas y su Creador.  

La adoración es tan imprescindible para la iglesia que es difícil que se detenga. Cuando el edificio de una iglesia se incendia, se encuentra con rapidez un lugar alternativo para reunirse a adorar. Los miembros de ese cuerpo que adora a Dios quieren estar juntos en tiempos de crisis para consolarse unos a otros. Aun las iglesias que están experimentando fuertes conflictos se reúnen para la adoración, éste es el lugar más apropiado para la sanidad y reconciliación. Y esto es posible porque en la adoración reconocemos que necesitamos estar juntos y estar unidos a Cristo. Cuando oramos y cantamos, expresamos lamentos y acciones de gracias, escuchamos las promesas de Dios y dedicamos nuestro ser a vivir por él, recordamos quienes somos en Cristo y podemos ser uno en él.   

This article was first published in English by Reformed Worship.