(Traducción del bosquejo del taller titulado “Vertical Habits: Missional Churches at Worship,” presentado durante el Simposio de Adoración 2006)
INTRODUCCIÓN: Los problemas
- En general, hay una falta de claridad en cuanto al propósito del culto.
Según George Barna: “La mayoría de la gente de la iglesia que discute sobre sus preferencias musicales lo hace porque no entiende la relación entre la música, la comunicación, Dios, y la adoración. Los líderes de la iglesia alimentan el problema cuando se enfocan en cómo complacer a la gente con la música o en cómo ofrecer suficientes estilos que satisfagan los diversos gustos musicales, en lugar de abordar cuestiones subyacentes, tales como la falta de interés, comprensión, y dedicación a la adoración fervorosa a un Dios que es santo y digno de ser adorado.” Barna también dijo que, aunque la música constituye una parte importante en el proceso de adoración, muchas veces se le da una importancia que excede su justo lugar en el culto. “La música es sólo una herramienta que facilita que las personas se expresen ante Dios; sin embargo, muchas veces pasamos más tiempo discutiendo sobre esta herramienta que sobre su propósito y resultado.”
El estudio de Barna también identificó que un problema central de la adoración era la falta de coincidencia entre los congregantes adultos y los pastores protestantes titulares en cuanto a sus percepciones sobre los propósitos principales del culto. Los congregantes fueron más propensos a comprender la adoración como una actividad desarrollada para el beneficio propio (47%), mientras que los pastores titulares describieron que su propósito era conectarse con Dios (41%) y experimentar la presencia de Dios (30%). Sólo tres de cada diez congregantes adultos (29%) afirmaron la perspectiva de que la adoración se enfoca principalmente en Dios. Y uno de cada cinco congregantes admitió no tener ninguna idea de cuál era propósito más importante del culto.
- La falta de una metáfora unificadora (y esclarecedora) para la adoración o para entender la adoración más allá de los diferentes estilos de culto.
SER PADRES DE NIÑOS PEQUENOS, BILLY GRAHAM Y EL PAPA: La analogía del lenguaje
- Nuestro lenguaje no sólo refleja, sino también forma nuestros pensamientos y emociones.
- Un lenguaje sano no se adquiere de una manera natural; se tiene que aprender.
- La conversión y el crecimiento en la fe implican, en parte, el aprendizaje de un nuevo lenguaje.
INTRODUCIENDO LOS “HÁBITOS VERTICALES”
El proyecto de “hábitos verticales” explora una de las muchas maneras de enfocar el tema de la adoración fiel y bíblica. No es la única manera. Tampoco aborda todos los asuntos urgentes. Sin embargo, ofrece ventajas que hace que sea un buen punto de partida para nuestro trabajo.
- Aprender a hablar es uno de los milagros más grandes de la vida. Los hábitos de un lenguaje saludable no resultan naturales, ni siquiera para un párvulo. Los niños pequeños tienen que aprender a decir “gracias,” “perdón,” y “por favor.” Los padres tienen que enseñar y recalcar el uso de estos patrones de conversación. Con el tiempo, estos pasan a ser parte de la manera en la que los niños pequeños ven el mundo y de cómo se relacionan con los demás. Hay pocos momentos tan preciosos como cuando se escucha un inesperado: Gracias Mami y Papi. …Te quiero…Perdón …Gracias…Ayúdame. Palabras como éstas nos ayudan a construir relaciones sanas, y cada relación cercana depende de ellas. Cuando no se ejercita este tipo de vocabulario, muchos matrimonios fracasan y muchas amistades se desintegran
- El lenguaje de fidelidad constituye un aspecto central de la vida cristiana. Una de las imágenes más llamativas e inspiradoras de las Escrituras es la de Dios como esposo de su iglesia. El Dios de la Biblia no está interesado sólo en que lo contemplemos, sino en construir una relación de fidelidad, centrada en la buena comunicación. Hay evidencia más que suficiente de esto en salterio bíblico, donde cada uno de los 150 salmos expresa por lo menos un hábito esencial para la comunicación de un pueblo que vive en una relación de pacto con Dios.
- Una de las maneras en las que aprendemos a tener buenos hábitos de comunicación con Dios es a través de la participación en el culto público. Cuando nos reunimos para adorar a Dios, la iglesia nos invita a decirle colectivamente, “Te amamos,” “Perdónanos” “¿Cómo? ?te escuchamos,” “Ayúdanos,” “Gracias,” “Te serviré.” De hecho, algunos órdenes de culto siguen básicamente este esquema, asegurando una ‘dieta sana y equilibrada’ del lenguaje. Como dice Thomas G. Long en su reciente libro, “Testimony”, el culto es “la academia del lenguaje de Dios.” Como sucede con los niños pequeños, estos hábitos lingüísticos requieren de mucha práctica. Pero es una disciplina que vale la pena practicar, ya que a lo largo de tiempo nos forma para expresar nuestros temores más profundos, nuestras esperanzas y nuestras alegrías. Cuando viajo, me encanta escuchar las oraciones de gente de diferentes congregaciones y tradiciones; muchas veces repiten el lenguaje que aprendieron primero en el culto.
- El desafío que se nos presenta cada domingo es que cada uno de nosotros llega al culto con algo diferente para decir. Algunos vienen listos para decir a Dios “¡gracias!”. Otros quieren gritar, “¿por qué?”. Otros quieren decir “perdón,” ?algo que, por cierto, todos necesitamos decir. En otras palabras, algunos vienen listos para cantar el salmo 100; otros, el salmo 13; y todos, si somos honestos, necesitamos recitar el salmo 51. Los buenos cultos son los que dan lugar a emplear todas estas palabras esenciales, que nos ayudan tanto a expresar nuestras experiencias particulares, así como a practicar formas de hablar en las que aún necesitamos crecer. Esta es una razón por la cual el culto es tan importante—nos motiva a utilizar formas de lenguaje de fidelidad para con Dios que normalmente no usamos cuando estamos solos. La adoración auténtica, como el habla de los niños pequeños, expresa quiénes somos y forma las personas en las que nos estamos transformando.
Ejemplos de buenos hábitos para relaciones sanas. Elementos de adoración
- Te amo _______________________
- Lo siento _______________________
- ¿Por qué? _______________________
- ¿Cómo? Te estoy escuchando _______________________
- Ayúdame _______________________
- Gracias _______________________
- ¿Qué puedo hacer? _______________________
- Que Dios te bendiga _______________________
(Podríamos añadir más ejemplos)
- La buena noticia es que la adoración no es una conversación unilateral. Hablamos con Dios, pero Dios también habla con nosotros. A través de las Escrituras y sermones basados en ellas, Dios nos consuela, nos desafía, nos corrige y nos convence de nuestros pecados. A través del agua, del pan y del vino, Dios nos bendice, nos da seguridad de nuestra salvación, y nos sustenta. Y fuera de eso, mientras hablamos, el Espíritu de Dios está obrando en nosotros, motivándonos, alentándonos, y enseñándonos (Gálatas 4: 6). Por eso, la próxima vez que vaya al culto, deténgase a observar a los niños pequeños y cómo sus padres les están enseñando a hablar. Es una buena imagen de lo que el culto debe de ser para todos nosotros— “se nos llama hijos de Dios. ¡y lo somos!” (1 Juan 3:1)”
UNA REFLEXIÓN TEOLÓGICA MÁS PROFUNDA
1. Esta orientación se basa en la principal analogía que encontramos en las Escrituras para entender cómo Dios y los seres humanos estamos interrelacionados—la analogía de una relación interpersonal de intimidad. Esta imagen es:
- Profundamente bíblica
- Llena de potencial (cambia la percepción de una relación ideal en una potencial oportunidad de aprendizaje)
- Riesgosa, por la excesiva familiaridad con el lenguaje relacional
La retórica del culto judeo-cristiano es la de un encuentro interpersonal en el cual los textos que leemos y cantamos sirven para representar la relación divino-humana. Las metáforas principales que se usan para describir la adoración son metáforas sobre la comunicación interpersonal. Muchos de los salmos son como guiones de conversaciones; algunas veces expresan oraciones a Dios, palabras dirigidas a Dios. Otras veces, representan declaraciones o palabras de Dios. Las peticiones se alternan con los oráculos. Los salmos nos enseñan, en las palabras de Walter Brueggemann, que “la fe bíbilica es, contundentemente y sin ninguna vergüenza, una fe dialógica.” (The Psalms and the Life of Faith, Fortress Press, 68).
Veamos algunos ejemplos:
El salmo 12 (NVI):
-Empieza con una súplica: “Sálvanos, Señor, que ya no hay gente fiel,”
-La súplica se interrumpe con un oráculo: Dice el Señor: “Voy ahora a levantarme, y pondré a salvo a los oprimidos, . . .”
Este patrón de alternancia ilustra lo que Raymond Jaques Tournay ha llamado la “liturgía profética del templo” (Sensing and Hearing God with the Psalms: The Prophetic Liturgy of the Second Temple in Jerusalem, Sheffield: JSOT Press, 1991).
El Salmo 81 (NVI)
→ Canten alegres a Dios, nuestra fortaleza; ¡aclamen con regocijo al Dios de Jacob. ¡Entonen salmos! ¡Toquen ya la pandereta, la lira y el harpa melodiosa! . . .
↓ Escucho un idioma que no entiendo: “Te he quitado la carga de los hombros; tus manos se han liberado del pesado cesto. En tu angustia me llamaste, y te libré; oculto en el nubarrón te respondí; en las aguas de Meribá te puse a prueba. “Escucha, pueblo mío, mis advertencias; ¡ay, Israel, si tan sólo me escucharas!”
El culto en la tradición cristiana no se ha concebido tradicionalmente tan sólo como:
-la meditación sobre una idea profunda (aunque puede estar lleno de ideas profundas)
-el acto de generar un estado emocional en particular (aunque pueda ser profundamente emocional)
-un evento que se diseña para atraer a cierto número de personas que permita pagar la hipoteca del templo (aunque pueda ser atractivo)
-una experiencia estética placentera (aunque pueda ser muy hermoso)
El culto, en cambio, se concibe primordialmente como la “representación de una relación divino-humana,” un “encuentro personal” entre Dios y su pueblo.
Como los salmos, la liturgia también es como el guion de esta conversación interpersonal. Esto es cierto en la mayoría de las congregaciones, incluyendo tanto a las llamadas “litúrgicas” como “no litúrgicas.” (Lo que las distingue es el uso de esquemas cúlticos simples o elaborados, formales o informales, fijos o fluidos, históricos o intencionalmente no históricos— pero en ambos casos, la mayoría de las congregaciones interpreta el culto en términos de la metáfora de la conversación interpersonal divino-humana).
En cualquier ámbito, el culto cristiano tiene que abarcar tanto el escuchar como el hablar. El centro del culto es la lectura de las Escrituras (y las referencias bíblicas), la oración honesta, y el intercambio simbólico de dones con el Dios que nos creó y nos redimió. Todo lo demás—la música, el arte, el drama, etcétera--son simplemente medios para llegar al fin. Lo que el culto necesita en la mayoría de los casos es una clara distinción entre los medios y los fines.
- “VERTICALIDAD.”La mayoría de estos pasos son “verticales.” Ocurren entre el Dios trino y nosotros. Considere que el término “vertical” es metafórico. En realidad, Dios no sólo está “sobre” nosotros, sino también “a nuestro lado;” obra “dentro” nuestro y es el fundamento “debajo de” nosotros. De todas formas, las imágenes bíblicas extendidas nos llaman a imaginar una relación vertical en la cual “busque[mos] las cosas de arriba” (Colosenses 3:1). Note que este concepto es especialmente importante en una cultura donde es fácil que el culto “se horizontalice.” Nuestro proyecto conlleva una crítica implícita a esta tendencia.
- LA ADORACIÓN PÚBLICA ES FORMATIVA. En el mejor de los casos, el culto no sólo refleja quiénes somos, sino que también nos ayuda a crecer en la vida de fe. Dicho de otra manera, el culto es una parte del discipulado y la formación espiritual. Esto no quiere decir que el culto sea el área más importante en la formación espiritual (aunque algunos dirían que sí lo es). PERO, aun la tímida afirmación de este principio no representa cómo funciona el culto en la mayoría de las congregaciones. Note que este aspecto implica una crítica implícita a una perspectiva del culto que es esencialmente expresivista, en la cual el culto solamente expresa lo que siente una congregación en un momento determinado. Por el contrario, el culto, debe tanto ser expresivo como formativo de una congregación. Es una parte del crecimiento, el discipulado y la enseñanza de una vida cristiana de rectitud.
- LOS HÁBITOS: La palabra “hábitos” está fuera de moda, pero son cruciales. Tal como sucede con las relaciones humanas, los momentos más vibrantes suelen ser los más memorables, pero lo que nos sustenta para toda una vida de discipulado son los hábitos bien arraigados. Dichos hábitos generalmente se adquieren a través de la participación corporal. Aprendemos con la práctica; “haciendo.” El ímpetu de la fe, como sucede con las buenas jugadas del fútbol, se aprende con mucha práctica.
- LA LITURGIA Y LA VIDA. El culto está íntimamente vinculado a nuestra vida en el mundo. En el culto practicamos ciertas actitudes o formas de hablar que necesitamos llevar con nosotros del culto hacia el mundo.
Piense cómo desearíamos que una persona cristiana madura responda instintivamente en los siguientes casos:
*ante la tentación a hacer trampa en los impuestos: ¡PERDÓN!
*antes una bonita puesta del sol: ¡ALABADO SEAS, SEÑOR!
* ante confusión sobre cómo actuar: ¿CÓMO?
Esta conexión entre el culto y la vida no debe limitarse al ámbito del esfuerzo humano (donde el foco se sitúa en cuan duro hemos trabajado durante el culto). El nexo clave de esta conexión (véase Long, página 40) radica en que el Dios vivo y activo obra a través de la liturgia y la vida.
Además, la conexión entre el culto y la vida suele verse afectada por al uso de metáforas demasiado simplistas: el culto como un lugar donde “recargar las pilas, o un descanso, o un entrenamiento para el verdadero partido.” En cambio, considere el domingo como un “prisma” o como dimensiones profundas de la práctica diaria; como prácticas de la vida cristiana “condensadas” o “súper concentradas.” Note que esta perspectiva implica una protesta implícita a las prácticas que desconectan el culto de la vida diaria.
- Los salmos bíblicos son los mentores fundacionales y guías en este vocabulario y gramática para el culto. El Padre Nuestro es un mandato a practicar muchos de estos pasos. Cada una de patrones del leguaje son modificados y formados por los frutos del Espíritu.
- Cada uno de estos hábitos verticales se reconfiguran a la luz del Cristo crucificado, resucitado y ascendido, especialmente cuando vemos que Jesús mismo los practicaba (“Pasa de mi esta copa,” “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”), y cuando nos damos cuenta de que el Jesús ascendido continúa practicando muchos de ellos, mientras “vive siempre para interceder” por nosotros (Heb.7:25).
- En cierto sentido, estas palabras sólo tienen valor si reflejan y forman disposiciones interiores y acciones.Si las palabras no se corresponden de alguna manera con nuestro ser interior, son vacías, y no hacen culpables de hipocresía. Aunque esto se tiene que afirmar y recordar a cualquier costo, este aspecto puede ser sobrevalorado; los patrones del habla nos forman aun cuando todavía no expresen lo que sentimos. La mayoría de los patrones del lenguaje son textos en los que estamos creciendo, por lo que sobrevalorar este punto puede ser una excusa para minimizar su importancia para el discipulado.
- Parte del atractivo de esta metáfora es que la gente añora practicar hábitos sanos de lenguaje en sus relaciones. Sabemos bien cuando este tipo de lenguaje no se practica; cuando es demasiado superficial como para soportar el peso de nuestro deseo de transparencia e intimidad. La experiencia humana es un punto de contacto que nos ayuda a explorar este tema.
- Llevado al extremo, esta perspectiva puede interpretarse como que el culto es meramente utilitario, que es sólo para la “formación.”Tenemos que asumir la responsabilidad de prevenir que ocurra esto.
- Esta perspectiva no debe agotar el misterio del culto.Finalmente, es el Espíritu Santo mismo quien intercede en y por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
(Si desea consultar la versión original en inglés, visite: http://worship.calvin.edu/resources/resource-library/vertical-habits-missional-churches-at-worship/)