Join our mailing list

Cunado el camino se torna difícil: El sufrimiento y la presencia de Dios

En medio, entre el salmo uno y el 150, se encuentra la vida con toda su complejidad. Es un camino con altas y bajas, con obstáculos y desviaciones, con trampas y peligros. Eso es lo que encontramos en los demás salmos. Es un camino tortuoso, difícil, plagado de sufrimientos, luchas, enemigos, triunfos, pecados, confesiones, tentaciones, súplicas desesperadas, gratitud y alabanza por la respuesta divina. Son salmos que a menudo expresan las múltiples y diversas experiencias del individuo como también experiencias de toda la comunidad, de la nación. Son salmos que tocan realidades sociales, económicas, políticas, toda la vida desde la perspectiva de la fe.

A continuación presentamos el ejemplo de un salmo que representa los momentos de la vida de sufrimiento y profundo dolor. El sufrimiento es parte ineludible de la vida de todas las personas incluyendo al pueblo de Dios. De allí la importancia de este salmo para la vida de fe.

El Salmo 13, desorientación: Cuando Dios no atiende nuestros ruegos

Salmo 13

Plegaria pidiendo ayuda en la aflicción

Al músico principal. Salmo de David.

 

1    ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
2    ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?

3     Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra mis ojos,
para que no duerma de muerte;
4     para que no diga mi enemigo: Lo vencí.
Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.

5     Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi corazón se alegrará en tu salvación.
6     Cantaré a Jehová,
Porque me ha hecho bien. (RV1960).

 

Notas para entender el salmo 13

            Estas observaciones tiene que ver con la estructura del salmo que ofrece intuiciones muy valiosas para su comprensión. La manera en que el salmista escribió el salmo, ya son, por si mismas, pautas para su interpretación y para derivar de ellas la guía para nuestra vida y la de otros a quienes servimos.

Lamento pidiendo ayuda en la aflicción
Al músico principal. Salmo de David.

Primera estrofa:

1          ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?
2          ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?

El salmo abre con cuatro quejas dolidas: lamenta y cuestiona el silencio de Dios ante el sufrimiento del salmista. ¿Hasta cuándo, hasta cuándo…hasta cuándo… hasta cuándo?

El número cuatro indica una totalidad, los cuatro puntos cardinales. El orante mira en todas las direcciones sin hallar respuesta. La repetición aumenta significativamente esa realidad e insiste, martillea, repite una y otra vez su queja. Esto incrementa su agonía. Parece que su angustia durará indefinidamente.

Si leemos con cuidado estos versículos, distinguimos que, en el sufrimiento intenso de esta persona, en su horizonte de vida, hay tres poderosas realidades:

  • Primero dirige su vista a Jehová el Señor: El salmista busca en su dolor a Dios. Dos veces lo menciona.

Pero Dios… se ha olvidado, esconde su rostro.

  • Una mirada hacia sí mismo, la persona que ora: ensimismada, cavilando, pensando, buscando en su interior, sufriendo SOLA.

Pondré consejos en mi alma
con tristeza en mi corazón cada día.

                         Además notamos su profunda tristeza y depresión que es constante, no desaparece: cada día.  

                                    “Siempre angustiado, siempre sufriendo.” (TLA).

                                    “Hasta cuando he de estar cavilando,

                                    Con el corazón apenado todo el día.” (Biblia del Peregrino).

  • Observa al enemigo: Lo único que ve claro es que está: Enaltecido, prevaleciendo, me seguirá dominando (quizás se refiere a personas como el enemigo, que no se identifica con claridad, puede ser una persona, una enfermedad, una situación de peligro de muerte, etc.).

Podemos resaltar dos metáforas que nos ayudan a comprender mejor esta primera estrofa.

Las metáforas:

            Esconder el rostro (Sal 30:7, 44:24, 88:14, 104:29); que su rostro brille (4:6, 31:16, 80:3, 7 y 19). La idea es que Dios no nos mira, nos niega la mirada, nos ignora. Como cuando se encuentra a una persona con la que se ha dañado la relación y preferimos voltear al otro lado para ignorarla.

           Enaltecido: Imagen de victoria en la guerra. El enemigo que tiene el pie sobre nosotros porque nos ha derrotado.

            Podemos resumir esta primera estrofa como la descripción de una persona en una situación extrema de sufrimiento, deprimida y desesperada. Ni en Dios, ni en ella misma encuentra la respuesta a su situación de intenso sufrimiento. Lo único que experimenta es el dominio que su enemigo ejerce sobre ella.

Es importante considerar el silencio entre las dos estrofas. El salmista podría haber terminado con su primer lamento y haberse hundido en la desesperación, en su depresión. Sin embargo, como lo veremos en la siguiente estrofa, se vuelve a Dios y nuevamente eleva su suplica y ruego al único que le puede ayudar.

Segunda estrofa:

Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;
4 Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.
Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.

Cuatro ruegos urgentes (expresados con los verbos): Intentan cambiar la situación presente y remediar las preguntas iniciales.

En medio del sufrimiento intenso se busca un cambio de la dura y dolorosa realidad actual:

  • Jehová: Mírame: Si en la primera estrofa. Dios le negaba su mirada, ahora le pide que lo mire, porque sabe que al considerar su dolorosa situación, se conmoverá y actuará. Porque Dios es mi Dios.

                        respóndeme.  Si antes lo ignoraba, ahora le suplica que le responda.

  • Con respecto a uno mismo: Alumbra mis ojos… Ahora ruega para que Dios ilumine sus ojos y pueda ver aquello que el sufrimiento ha nublado, ha opacado. Porque en medio del sufrimiento y la depresión, a menudo no vemos más allá de nuestro intenso dolor.
  • que no duerma en la muerte. Ayúdame a despertar de esta situación de profundas tinieblas, como la muerte misma. Es tan grande su dolor que parece como que la muerte ya está tocando a sus puertas.

            Del enemigo (2 veces): No se alegre ante mi derrota y caída. El enemigo, con su constante y cruel presencia, surge de nuevo en el escenario: En una actitud de victoria arrogante y de burla hiriente.

Las metáforas:

            Alumbra mis ojos  (ver 6:7  restáurame, sáname). Es un ruego que implica la intervención de Dios que restaura y libra del dolor.

            Mi caída: si yo resbalara  (la muerte ver Sal 18:38, 82:7, Jueces 5:27). La expresión, por su uso en los lugares citados, implica la muerte. Resbalarse y caer al pozo profundo de la muerte. Esto nos muestra la extrema situación del salmista, se encuentra las puertas de la muerte y está a punto de resbalar y caer.

Ante la inminencia de su muerte, el orante suplica la intervención divina. Ruega que Dios
vea su sufrimiento y lo rescate de una muerte segura en manos de sus enemigos.  

Tercera estrofa:

5 Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi corazón se alegrará en tu salvación.
6 Cantaré a Jehová,
Porque me ha hecho bien.

  • Con cuatro verbos finales el salmista expresa su confiada esperanza: Los verbos expresan la plena seguridad en la intervención de Dios, seguridad que tiene su base en lo que Dios ha sido y hecho en el pasado y que garantizan el retorno de la alegría y adoración.

Es necesario escuchar ahora el silencio entre esta estrofa y la que sigue. El cambio que notamos de estado de ánimo y de actitud en la tercera estrofa, es fruto de una profunda reflexión, en medio del dolor, de una reconsideración de lo que el mismo orante ha hecho en situaciones similares y, sobre todo, en Dios ha hecho por esta persona en el pasado.

Cuando el presente es incierto, “cuando se cierran los horizontes,” (Elsa Tamez) y el futuro no promete nada sino un continuo sufrimiento y la muerte misma, es necesario considerar el pasado. Y es lo que el salmista hace. Trae de nuevo al corazón (‘re-cuerda”) lo que Dios ha hecho antes por él. No es la primera vez y quizás no será la última, que se ve en aprietos, que se encuentra en el valle de sombra de muerte. Y en esas experiencias previas, ha puesto su confianza en Dios y Dios ha estado allí presente y le ha liberado.

Ese pensamiento, nacido de la reflexión profunda, hace brotar la esperanza y la confianza. En un acto de fe esperanzada, nutrida de su propio peregrinaje de fe, la persona encuentra la fortaleza y confianza necesarias para el cambio.

Al final solo dos realidades cuentan y estas tiene un resultado positivo:

  • Lo manera en que el salmista, en el pasado, ha puesto su confianza en la misericordia de Jehová: Ha confiado en la misericordia de Dios. Y su misericordia no tiene que ver con los méritos propios ni con lo que somos o hemos hecho. Descansa únicamente en lo que Dios es y ha mostrado al través de la historia a favor de su pueblo y concretamente del salmista.
  • Dios me ha hecho bien. Su fe no ha sido defraudada antes y no lo será ahora, aunque las presentas circunstancias digan todo lo contrario, aunque sus sentimientos vayan en otra dirección.
  • El enemigo, tan prominente en las estrofas anteriores, ha desaparecido. Ahora el orante solo considera la bondad de Dios y su experiencia de fe en esa bondad.

            Son las experiencias previas, la fe y la intervención de Dios, las que ahora nutren la fe del orante en medio de su intenso dolor.

El resultado: Lo que el creyente hará:

  • mi corazón se alegrará…
  • cantaré a Jehová.

El lamento se ha convertido en canto, la profunda depresión en alegría. El lamento actual se convertirá en culto de gratitud por lo que Dios seguramente hará a su favor. Aunque sus circunstancias no han cambiado, “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que aún no se ve” son suficientes para transformar su actitud ante el dolor. Y pronto, sus circunstancias.